miércoles, mayo 31, 2006

Cobertura

Comprendo y asumo que los nuevos adelantos tecnológicos están produciendo cambios en el comportamiento social. Reconozco que lo que hace pocos años había sido considerada como una conducta bastante extraña hoy en día no llama demasiado la atención y es asumida dentro de la normalidad, la cotidianidad, el día a día, o como quiera Maria Teresa Campos definir a la rutina de esta temporada.
Les cuento lo que me sucedió ayer, me subí al tren de vuelta del trabajo dispuesto a pasar la siguiente hora y cuarto enfrascado en un libro que me recomendó “el quinto enemigo”, al que aprovecho para mandarle una reseña de agradecimiento desde aquí, lo que sucede a continuación es bastante común, oigo voces, la gente mantiene conversaciones, y es todo un consuelo, la gente sale de sus trabajos y aun les quedan ganas de comentar la jugada con sus compañeros, a los que verán al día siguiente, y al día siguiente, y al día siguiente... y así hasta un indeterminado numero de días siguientes que se ven de vez en cuando separados por fines de semana, vacaciones de semana santa o enfermedades otoñales…
Dentro de este grupo de gente destaco a un pequeño grupo como grupo M, estos van acompañados por sus teléfonos móviles mediante los cuales se mantienen en contacto involuntariamente con jefes malhumorados, curiosas mujeres, o novios desconfiados. Conversaciones generalmente tediosas que solo se ven socorridas por los cortes de cobertura que proporcionan los oportunos túneles sabiamente colocados por el ayuntamiento con intención de dar un respiro a empleados agobiados por sus jefes, maridos cansados de dar explicacionesa sus mujeres o novias dudosas y desencantadas. Frente a mi hay una señora con una bolsa del corte ingles.
Dentro del grupo M anteriormente citado, existen algunos que disfrutan de la condición de adelantados, estos poseen una serie de extras en sus celulares entre los que destacan unos extraños artilugios similares a unos diminutos cascos de walkman mediante los cuales se evita la necesidad de coger el teléfono con sus manos izquierdas o sus manos derechas, dando libertad a las citadas manos izquierdas y derechas para ocupar su tiempo en cometidos más relajados. A la señora con bolsa del corte ingles la encasille en el grupo M de adelantados. La oía conversar, amenazar, pedir disculpas, y susurrar, aunque al contrario de lo que puedan ustedes creer estaba demasiado centrado en la lectura como para poder ser consciente de la conversación que mantenia, si observe aunque con total pasividad, que las pausas producidas en los demás miembros del grupo M como consecuencia de los cambios de cobertura no se producían en esa señora, hecho excepcional que achaque al esfuerzo de las grandes corporaciones de telefonía por ganar protagonismo en su guerra frente a las demás…Tampoco le di mas importancia al hecho de que pese a encontrarme en un vagón repleto de gente me sentía más cómodo de lo normal en mi sitio y no sufría los calores y agobios que generalmente acostumbro a experimentar.
Pero inevitablemente al acabar uno de los capítulos del libro, que tan sabiamente me recomendó “el quinto enemigo”, me encontré mirando la cara de la, erróneamente encasillada en el sector M señora con bolsa del corte ingles. Y digo erróneamente encasillada por que me equivoqué de pleno en mi clasificación, no era usuaria de un móvil con extras de excelente cobertura, ni de móvil, ni por lo tanto de extras, que de poco habrían servido sin un conector al que enchufarlo pero que no obstante son regalados en ocasiones al pedir un Cacique con Coca Cola.
La señora de la bolsa del corte ingles no poseía ningún tipo de mecanismo novedoso de telecomunicaciones, pero esto no le impedía en absoluto mantener una conversación con algo o alguien invisible que a mi juicio debía de estar situado a su izquierda, y que encima, a juzgar por las contestaciones que recibía por parte de la señora con bolsa del corte ingles, debía de ser bastante resolutivo en sus peticiones. Lógicamente el resto de los viajeros ya estaba al tanto de la situación y se mantenían como meros espectadores de lo que parecía una especie de espectáculo de circo.
Ahora bien, si me preguntan que hice en ese momento, les preguntare cual es la diferencia entre la señora de la bolsa del corte ingles y un ejecutivo de comportamiento autista que habla con uno de sus móviles de alta tecnología, resaltando el hecho de que al menos en el caso de la señora con bolsa del corte Ingles esta no sufría constantes cortes en su comunicación a consecuencia de la ausencia de cobertura. Así que pensé en los beneficios de cobertura que poseen algunas patologías psiquiátricas y en la inexplicable relación que las une a las bolsas del corte ingles, y volví a abrir el libro que me recomendó sabiamente “el quinto enemigo” para empezar un capitulo nuevo….

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